
Borrador Ensayo PEC ·

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Cuerpos que resisten, violencia y locura en Carcoma y La vegetariana.
Analizar la voz femenina en la literatura contemporánea nos permite abordar la perspectiva de autoras situadas en contextos culturales disímiles, pero al mismo tiempo nos posibilita la comprensión de los puntos de encuentro a través de temas que trascienden el espacio y la localización, como el poder del patriarcado, el cuerpo femenino, la opresión y la violencia de género y las masculinidades que la sustentan. Las novelas La vegetariana de Han Kang (2024) y Carcoma de Layla Martínez (2021) nos trasladan a formas de vida que transitan por estas dimensiones desde contextos culturales muy diversos, entre la Corea del Sur contemporánea o la España rural posfranquista, pero con una convergencia temática considerable: mujeres que, mediante el silencio, el deterioro o la locura, resisten las formas normativas de género impuestas por estructuras patriarcales, sociales y simbólicas.
Ambas obras de la literatura contemporánea, desde la perspectiva de la tematología, nos sumergen en la exploración del cuerpo femenino como batalla, la locura como forma de resistencia y las masculinidades negativas como instrumento de opresión estructural. Temas que a su vez trazan las líneas de encuentro entre los arquetipos y símbolos, entre estos dos relatos, a través del análisis de figuras universales como el cuerpo culpable, el patriarcado opresivo o la mujer disidente. Veremos cómo ambas novelas despliegan las formas de una resistencia corporal al orden patriarcal, mediante figuras femeninas marginadas, que utilizan el silencio, la locura o la supuesta abyección como formas radicales de disidencia simbólica, centrándonos así en tres temas fundamentales: el cuerpo femenino como espacio de poder, control y violencia, la locura como resistencia, en el que nos encontramos con el arquetipo de la “mujer loca” o “bruja”, la mujer peligrosa que rompe con la lógica racional del deber ser del comportamiento femenino, ambos estereotipos y violencias perpetuadas a través de las masculinidades negativas que se convierten en el instrumento de la opresión estructural.
Diversas son las manifestaciones de violencia sobre el cuerpo de las mujeres, la violencia del encierro en ese mundo privado del hogar, la violencia del padre que controla, la violencia del marido que decide, la violencia del patriarcado que juzga, la posesión del cuerpo como territorio entre muchas otras formas de opresión, incluso las violencias psíquicas que se convierten en cuerpo, en odio, en enfermedad. El cuerpo de las mujeres, retomando las palabras de Viñuela Suárez (2020),
ha sido a lo largo de la historia, un territorio sobre el que se han librado numerosas batallas en torno a los significados de la feminidad y a la posición que ocupan las mujeres en cada sociedad (pág. 104), […] La violencia de género, las violaciones, la mutilación genital femenina, la prostitución, etc. son agresiones que se ejercen sobre el cuerpo vivo de las mujeres de todo el mundo. (pág. 113)
En Carcoma, la novela hace explícito cómo el cuerpo de las mujeres es objeto de múltiples formas de violencia simbólica, doméstica y social; cuando la abuela cuenta la historia de su madre y de su vida, en esa casa que las encierra y de la que ella sabe que ni ella ni su nieta saldrán nunca, asegura que su padre “no le había regalado aquella casa [a su madre], la había condenado a vivir en ella. [La casa] se había construido sobre el cuerpo de aquellas mujeres y se mantenía sobre el de mi madre” […]“Aquí se te caen los dientes y el pelo y las carnes y a la que te descuidas te andas arrastrando de un lado para otro” (Martinez, 2021, pág. 26). El cuerpo es oprimido encerrado y controlado, el cuerpo es el de su madre y ella misma, pero también el de todas las mujeres prostitutas del negocio de su padre. El cuerpo de todas las mujeres se oprime y controla, tanto vivas como muertas en la casa de Carcoma.
En La vegetariana (Kang, 2024), por su parte, el cuerpo se vuelve campo de batalla cuando Yeonghye decide dejar de comer carne como forma de negar la normatividad patriarcal que la consume. Su cuerpo pasa por una transformación y deterioro autoinfligido que se podemos leer como resistencia, pero es un cuerpo que todos quieren controlar, para que vuelva a la normalidad, al camino de lo establecido, y en ese sentido, la familia, los médicos, el marido, quieren hacer que ese cuerpo sea el de siempre, el que debe ser.
Esto nos sitúa a su vez en el lugar de la violencia psicológica, que no solo se ejerce hacia las mujeres, sino que determina socialmente la subjetividad psíquica de las mujeres en la sociedad, de acuerdo a cómo se sitúen sus cuerpos en ella. La locura de las mujeres se convierte en otro espacio de opresión, en la cultura patriarcal “son verdaderamente locas aquellas mujeres que, por su imposibilidad, desobediencia, o rebeldía, transgreden las cualidades de la feminidad (Lagarde, 2005, pág. 770). Las mujeres fallidas, según Lagarde (2005), actúan y viven la parte negativa de la feminidad y del mundo, cuando no cumplen con su deber ser, dictado desde la racionalidad patriarcal. Sin embargo, lo interesante de las novelas que estamos analizando, es que sus creadoras usan la idea de la mujer fallida no como un juicio, sino como una forma de lucha, una forma de soltar las formas de coerción cultural y social a las que están sujetas.
En La vegetariana, Yeonghye es considerada loca por su familia por negarse a las convenciones sociales y patriarcales, atender como se debe a su marido, comer carne como se debe de acuerdo al mandato social. En Carcoma, la locura se hereda, se transmite Las sombras de la casa se les meten dentro a las mujeres, la abuela y la nieta, se les enredan en las entrañas y no pueden arrancárselas (Martinez, 2021), el pueblo lo sabe, son las brujas, las indecentes, las pobres las peligrosas. Pero Yeonghye, es peligrosa por su silencio, su delgadez extrema y sus alucinaciones. Pero en ambos casos, no se trata de enfermedad o locura, sino en formas de subversión contra los discursos dominantes sobre el cuerpo femenino, en conocimiento alternativo, como una forma de venganza y de encontrar un lugar en el mundo. Las autoras retoman el imaginario de “la mujer fallida” para mostrar la lucha de las mujeres por deslocalizar o localizar un lugar en el mundo, para subvertir los lugares que el padre, el marido, el violador, el patriarca han definido.
Bajo este escenario, es importante hablar del ese otro gran tema que es parte funcional de este entramado de las vivencias de las mujeres protagonistas de las dos novelas, y son esas masculinidades negativas, que se convierten en el instrumento para perpetuar las violencias y opresiones propias de las estructuras patriarcales, como lo mencionamos al principio. Para Kaufman (1997, pág. 35) existe en la vida de los hombres una extraña combinación de poder y privilegios, dolor y carencia de poder, […]gozan de poder social y de muchos privilegios, pero la manera como hemos armado ese mundo de poder causa dolor, aislamiento y alienación tanto a las mujeres como a los hombres. Las formas de masculinidad, o esas masculinidades variables y contingentes, se basan en el poder social de los hombres, pero son asumidas de manera compleja por hombres individuales. (Kauffman, 1997, pág. 65)
Siguiendo este hilo, en Carcoma, podemos recordar de nuevo cuando la abuela cuenta la historia de su madre: “Si mi madre había pensado que era mejor que las demás, mi padre le bajó la soberbia a golpes” (Martinez, 2021). Pero al mismo tiempo el patriarca queda atrapado el un muro que él mismo construye, por cobardía y abuso, se enconde en la casa para huir de la guerra, pero “la mujer fallida” de su esposo lo encerró en el cuarto de su huida: enyesado y calado a la pared para siempre. Por otro lado, el esposo de Yeong-hye representa la masculinidad funcionalista que la reduce a una figura decorativa. Su desaprobación por su decisión alimentaria no tiene que ver con salud, sino con el rol de esposa obediente que él espera, rol naturalizado y exigido por su propio padre que la ataca con violencia y desdén.
La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez, desde contextos culturales distantes, convergen en una crítica profunda a las estructuras patriarcales que moldean, disciplinan y violentan los cuerpos de femeninos, que se encuentran a través del silencio, la enfermedad, la abyección y la supuesta locura, sus propias formas radicales de resistencia frente a un sistema que no ofrece otras vías posibles de escape. Ambas novelas sitúan al cuerpo femenino como el lugar en el que se inscriben, no solo las agresiones visibles, sino también las violencias simbólicas y psíquicas que configuran el devenir de las protagonistas. Bajo la mirada de la tematología, estas dos obras nos permiten reconocer patrones universales en la representación del poder patriarcal, así como pensar la literatura no solo como reflejo, sino como herramienta crítica, para poner en cuestión temas persistentes cómo el género, el cuerpo y el poder, y cómo se articulan en la ficción contemporánea revelando los conflictos no resueltos de las estructuras sociales actuales.
Referencias
Viñuela Suárez, L. (2020). El cuerpo femenino como campo de batalla. Indumenta: Revista del Museo del Traje(3), 104-114. Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7771870
Federici, S. (2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación orginaria. Buenos Aires: Tinta Limón.
Hernández Alonso, R., & Raquel Oli, S. (2021). Introducción. En A las malas. Desobediencia y rebeldía como transgresión femenina en la literatura. Granada: Comares.
Kang, H. (2024). La Vegetariana. Bogotá D.C.: Penguin Random House.
Kauffman, M. (1997). Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres. En FLACSO (Ed.), Masculinidades: poder y crisis (págs. 63-81). Santiago de Chile: Isis Internacional.
Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas. Universidad Nacional Autónoma de México.
Martinez, L. (2021). Carcoma. Titivillus.
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