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Borrador de ensayo comparativo: Temporada de huracanes (Fernanda Melchor, 2019) y La vegetariana (Han Kang, 2007)

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INTRODUCCIÓN Frente a geografías tan dispares como la costa veracruzana de Temporada de huracanes (Fernanda Melchor, 2019) y la Seúl metropolitana de La vegetariana (Han Kang, 2007), ambas novelas vuelven sus focos, implacables, sobre la misma grieta: el cuerpo femenino como zona de conflicto donde el patriarcado escenifica y renueva su soberanía. Mi objetivo es demostrar que, aun partiendo de tradiciones narrativas distintas, los dos textos comparten tres vectores temáticos —cuerpo, deseo y medicalización— que revelan mecanismos convergentes de violencia…
INTRODUCCIÓN Frente a geografías tan dispares como la costa veracruzana de Temporada de huracanes (Fernanda Melchor, 2019) y la…

INTRODUCCIÓN

Frente a geografías tan dispares como la costa veracruzana de Temporada de huracanes (Fernanda Melchor, 2019) y la Seúl metropolitana de La vegetariana (Han Kang, 2007), ambas novelas vuelven sus focos, implacables, sobre la misma grieta: el cuerpo femenino como zona de conflicto donde el patriarcado escenifica y renueva su soberanía. Mi objetivo es demostrar que, aun partiendo de tradiciones narrativas distintas, los dos textos comparten tres vectores temáticos —cuerpo, deseo y medicalización— que revelan mecanismos convergentes de violencia y, a la vez, abren fisuras para la resistencia.

La metodología se inscribe en la tematología comparada trabajada en el Módulo 1 de la asignatura: identificar un haz común de motivos y seguir su despliegue, atendiendo al cruce entre género, clase y colonialidad. A ello añado la perspectiva femino-decolonial propuesta por Teresa Iribarren y Jordi Serrano —para quienes la crítica literaria debe «subvertir los parámetros tradicionales mediante la mirada interseccional»— y la lectura política de la violencia que formula Rita Laura Segato.

  1. CUERPO: espacio de inscripción de la violencia (y de la fuga)

La primera irrupción violenta de Temporada de huracanes es absoluta: «Habían encontrado el cadáver flotando en el canal de riego» (p. 36). El cuerpo de la Bruja aparece ya consumido, convertido en mensaje para el pueblo, y rematado con saña: «guió la cuchilla… una vez, y luego otra» (p. 149). Ese exceso sangriento confirma la tesis de Segato: el feminicidio funciona como acto performativo de control colectivo, un «espectáculo de subyugación» (p. 90).

El relato coreano invierte la lógica: Yeonghye no es víctima pasiva, sino fuente de disrupción cuando declara, ante el estupor empresarial: «No como carne» (p. 26). El gesto, mínimo y doméstico, desordena el código alimentario que sostiene la jerarquía familiar, emparentando la ingesta con la violencia y precipitando la lenta evaporación de su cuerpo: «adelgazó como una bailarina de ballet y, finalmente, se quedó en los huesos como una persona enferma» (p. 22). Cuando sueña «me empezaron a nacer hojas en el cuerpo y también me salieron raíces de las manos» (p. 107), la metamorfosis literaliza la fuga del régimen antropocéntrico que Segato diagnostica como pirámide invertida sustentada en un cuerpo de mujer.

Iribarren define la violencia simbólica como disciplina interiorizada que garantiza la continuidad del poder. Ambas novelas exhiben esa pedagogía: la matanza de la Bruja enseña a las demás mujeres qué les espera fuera del guion; la inanición de Yeonghye dramatiza el precio (médico, laboral, familiar) de negar la obediencia alimentaria y sexual.

No obstante, los cuerpos generan contrapedagogías. La Bruja, aun aniquilada, sigue susurrando en el rumor popular, haciéndose saber oculto que erosiona la racionalidad del pueblo. Yeonghye, por su parte, convierte la pasividad vegetal en gesto político: si la violencia se legitima comiendo, su negativa absoluta suspende la cadena trófica humana y fuerza a la familia a confrontar su propio carnivorismo.

  1. DESEO Y SEXUALIDAD: del anhelo al castigo

En el entramado patriarcal, el deseo nunca es neutro: funciona como moneda de cambio, dispositivo de control y, en ocasiones, detonante de la violencia más extrema. Tanto Temporada de huracanes como La vegetariana despliegan la sexualidad femenina —real o atribuida— como un tema central que moviliza las acciones de la comunidad y desencadena los castigos contra las protagonistas.

En la novela de Melchor, el deseo se filtra por la misoginia popular que sexualiza a la Bruja y, a la vez, la demoniza. Brando recuerda cómo Luismi y él urdieron el homicidio repitiendo la consigna: «Entiérraselo en el cuello […] una vez, y luego otra, y una tercera vez más, por si las moscas» (p. 149). La brutalidad sexual —el “cuchillo” penetrando— subvierte cualquier frontera entre erotismo y violencia: se asesina como se penetra, y se penetra para confirmar la dominación. Esa confusión entre coito y castigo aparece antes, cuando la comunidad rumorea que la Bruja «todavía lloraba por Luismi» y se «pasaba preguntando por él y extrañándolo» (p. 144). El deseo, atribuido a la Bruja como falta de pudor, legitima su linchamiento: la víctima es culpada por desear.

En La vegetariana, el deseo se desliza hacia la patologización: Yeonghye, tras abandonar la carne, es contemplada por su cuñado artista como un objeto erótico: «No estaba tan delgada […] sus pechos se veían suaves y turgentes […]; más que despertar deseo, era un cuerpo que apetecía quedarse contemplando» (p. 64). La mirada objetualiza el cuerpo, pero inmediatamente la familia lo corrige con violencia; la escena del almuerzo culmina cuando el padre intenta forzarle carne en la boca y Yeonghye ruge «¡¡Dejadme!!» (p. 66). Aquí, la sexualidad femenina se confunde con apetito: comer carne equivale a aceptar la libido masculina; rechazarla es rechazar tanto la carne literal como la simbólica del patriarcado.

Si atendemos al glosario de Iribarren y Serrano, la sexualidad implica «pensamientos, fantasías, deseos, creencias» que atraviesan lo biológico y lo social (p. 141). La violencia de ambas novelas opera justo ahí: en regular qué fantasías son admisibles y cuáles merecen sanción. Melchor muestra la sanción por “exceso” de deseo (la Bruja como bruja‐lujuria); Kang, la sanción por “defecto” (Yeonghye, que deja de desear la carne y, por extensión, el coito).

Importa subrayar la dimensión decolonial del tema. La Bruja encarna una erótica que mezcla brujería, mestizaje y resistencia popular; su sexualidad marginal desafía la moral católica heredada del colonialismo —motivo por el cual la comunidad varonil la “purga”. En Corea del Sur, la negativa de Yeonghye resuena contra el confucianismo y el capitalismo del samgyeopsal: la carne como símbolo de éxito económico y vigor masculino. Cuando ella se abstiene, desacredita la virilidad que sustenta la meritocracia nacional.

Finalmente, el deseo se vincula a la reproducción. Norma, embarazada, recurre a la Bruja para abortar: «…pujó hasta sentir que algo se le reventaba» (p. 109). El útero deviene campo de batalla donde la comunidad legisla; la Bruja, mediadora de ese deseo reproductivo, paga el precio máximo. Por contraste, Yeonghye vegeta hasta borrarse como “vientre útil”; su tránsito hacia la clorofila es una huelga de vientre que niega descendencia al linaje patriarcal.

Así, las novelas coinciden en revelar que sexualidad y violencia son vasos comunicantes dentro del sistema patriarcal: tanto el exceso libidinal como la abstinencia radical son castigados. Sin embargo, en ese mismo intersticio surge la resistencia: la Bruja trastoca el deseo ajeno volviéndose mito, y Yeonghye convierte su propio cuerpo en un enclave vegetal inaccesible al deseo depredador. Ambas gestan, desde la carne vilipendiada, una contrasexualidad que amenaza con desbaratar el lenguaje mismo de la dominación.

 

  1. MEDICALIZACIÓN Y NECROPOLÍTICA: instituciones que disciplinan el desvío

Tercer vector: el paso de la violencia simbólica al dispositivo institucional. Melchor no recurre al hospital, pero sí a la necropolítica popular: la asamblea no escrita que decide el ajusticiamiento de la Bruja suple la ausencia estatal, confirmando, como advierte Segato, que la justicia misógina opera donde el Estado es débil, reproduciendo la jerarquía.

En La vegetariana la desviación se retiene en el pabellón psiquiátrico: «Los pabellones del sanatorio se levantan solitarios bajo la lluvia… las ventanas cubiertas de barrotes» (p. 112). El cuerpo disidente es atado a suero, medicado y obligado a comer; la propia hermana implora: «Si me prometes que comerás, te sacaré de aquí» (p. 129), convirtiéndose en brazo doméstico del biopoder foucaultiano. La patologización confirma la definición de Iribarren: violencia institucional que disciplinariza la diferencia bajo la apariencia de cuidado.

Sin embargo, la respuesta de Yeonghye no es claudicación sino un deseo de desaparecer en la clorofila: «¿Le habrían brotado ramas infatigables de su cuerpo?» (p. 140). La fantasía arborescente sublima la necropolítica: mejor ser vegetal que sujeto abierto a la explotación. En la Bruja, la misma lógica adopta forma espectral: incluso muerta, su cadáver polucionado recorre el imaginario del pueblo, corrompiendo la fantasía de una comunidad pura.

 

CONCLUSIONES (provisorias)

La lectura comparada confirma que Temporada de huracanes y La vegetariana se entrecruzan en tres ejes temáticos que condensan la maquinaria patriarcal contemporánea:

  1. Cuerpo – espacio donde la violencia se ejecuta y, paradójicamente, desde donde se gesta la fuga: el cadáver exhibido de la Bruja y la metamorfosis vegetal de Yeonghye corporizan sendas pedagogías del terror y de la resistencia.
  2. Deseo y sexualidad – variable regulada con saña; la Bruja es castigada por un supuesto exceso libidinal, y Yeonghye, por abstenerse de la carne simbólica y literal. Ambas novelas revelan que el patriarcado se mantiene criminalizando cualquier deseo que no afiance el orden, ya sea por desbordamiento o por negación.
  3. Institución – órgano de disciplinamiento (asamblea justiciera, hospital psiquiátrico) que legitima el castigo bajo los ropajes de la moral o de la ciencia, en línea con la necropolítica descrita por Segato e Iribarren.

 

Pero los textos no solo registran el daño: proponen contramundos simbólicos. La Bruja sobrevive como mito que infecta la imaginación colectiva; Yeonghye convierte su propio cuerpo en enclave vegetal, inasible para el deseo depredador. Al narrar esos desvíos, Melchor y Kang obligan a repensar —desde México y Corea— cómo la literatura puede horadar la naturalización de la violencia y, al mismo tiempo, modelar gramáticas de resistencia que cuestionan los cimientos mismos de la dominación patriarcal.

BIBLIOGRAFÍA

  • IRIBARREN, T., & SERRANO, J. (2023). Literatura y violencias machistas. UOC.
  • ISARCH, A. (2019). Temas de literatura contemporánea (Módulos 0 y 1). UOC.
  • KANG, H. (2007). La vegetariana. Rata Books.
  • MELCHOR, F. (2017). Temporada de huracanes. Literatura Random House.
  • SEGATO, R. L. (2016). La guerra contra las mujeres.

 

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Cuerpos que resisten, violencia y locura en Carcoma y La vegetariana. Analizar la voz femenina en la literatura contemporánea nos permite abordar la perspectiva de autoras situadas en contextos culturales disímiles, pero al mismo tiempo nos posibilita la comprensión de los puntos de encuentro a través de temas que trascienden el espacio y la localización, como el poder del patriarcado, el cuerpo femenino, la opresión y la violencia de género y las masculinidades que la sustentan. Las novelas La vegetariana…
Cuerpos que resisten, violencia y locura en Carcoma y La vegetariana. Analizar la voz femenina en la literatura contemporánea…

Cuerpos que resisten, violencia y locura en Carcoma y La vegetariana.

Analizar la voz femenina en la literatura contemporánea nos permite abordar la perspectiva de autoras situadas en contextos culturales disímiles, pero al mismo tiempo nos posibilita la comprensión de los puntos de encuentro a través de temas que trascienden el espacio y la localización, como el poder del patriarcado, el cuerpo femenino, la opresión y la violencia de género y las masculinidades que la sustentan. Las novelas La vegetariana de Han Kang (2024) y Carcoma de Layla Martínez (2021) nos trasladan a formas de vida que transitan por estas dimensiones desde contextos culturales muy diversos, entre la Corea del Sur contemporánea o la España rural posfranquista, pero con una convergencia temática considerable: mujeres que, mediante el silencio, el deterioro o la locura, resisten las formas normativas de género impuestas por estructuras patriarcales, sociales y simbólicas.

Ambas obras de la literatura contemporánea, desde la perspectiva de la tematología, nos sumergen en la exploración del cuerpo femenino como batalla, la locura como forma de resistencia y las masculinidades negativas como instrumento de opresión estructural. Temas que a su vez trazan las líneas de encuentro entre los arquetipos y símbolos, entre estos dos relatos, a través del análisis de figuras universales como el cuerpo culpable, el patriarcado opresivo o la mujer disidente. Veremos cómo ambas novelas despliegan las formas de una resistencia corporal al orden patriarcal, mediante figuras femeninas marginadas, que utilizan el silencio, la locura o la supuesta abyección como formas radicales de disidencia simbólica, centrándonos así en tres temas fundamentales: el cuerpo femenino como espacio de poder, control y violencia, la locura como resistencia, en el que nos encontramos con el arquetipo de la “mujer loca” o “bruja”, la mujer peligrosa que rompe con la lógica racional del deber ser del comportamiento femenino, ambos estereotipos y violencias perpetuadas a través de las masculinidades negativas que se convierten en el instrumento de la opresión estructural.

Diversas son las manifestaciones de violencia sobre el cuerpo de las mujeres, la violencia del encierro en ese mundo privado del hogar, la violencia del padre que controla, la violencia del marido que decide, la violencia del patriarcado que juzga, la posesión del cuerpo como territorio entre muchas otras formas de opresión, incluso las violencias psíquicas que se convierten en cuerpo, en odio, en enfermedad. El cuerpo de las mujeres, retomando las palabras de Viñuela Suárez (2020),

ha sido a lo largo de la historia, un territorio sobre el que se han librado numerosas batallas en torno a los significados de la feminidad y a la posición que ocupan las mujeres en cada sociedad (pág. 104), […] La violencia de género, las violaciones, la mutilación genital femenina, la prostitución, etc. son agresiones que se ejercen sobre el cuerpo vivo de las mujeres de todo el mundo. (pág. 113)

En Carcoma, la novela hace explícito cómo el cuerpo de las mujeres es objeto de múltiples formas de violencia simbólica, doméstica y social; cuando la abuela cuenta la historia de su madre y de su vida, en esa casa que las encierra y de la que ella sabe que ni ella ni su nieta saldrán nunca, asegura que su padre “no le había regalado aquella casa [a su madre], la había condenado a vivir en ella. [La casa] se había construido sobre el cuerpo de aquellas mujeres y se mantenía sobre el de mi madre” […]“Aquí se te caen los dientes y el pelo y las carnes y a la que te descuidas te andas arrastrando de un lado para otro” (Martinez, 2021, pág. 26). El cuerpo es oprimido encerrado y controlado, el cuerpo es el de su madre y ella misma, pero también el de todas las mujeres prostitutas del negocio de su padre.  El cuerpo de todas las mujeres se oprime y controla, tanto vivas como muertas en la casa de Carcoma.

En La vegetariana (Kang, 2024), por su parte, el cuerpo se vuelve campo de batalla cuando Yeonghye decide dejar de comer carne como forma de negar la normatividad patriarcal que la consume. Su cuerpo pasa por una transformación y deterioro autoinfligido que se podemos leer como resistencia, pero es un cuerpo que todos quieren controlar, para que vuelva a la normalidad, al camino de lo establecido, y en ese sentido, la familia, los médicos, el marido, quieren hacer que ese cuerpo sea el de siempre, el que debe ser.

Esto nos sitúa a su vez en el lugar de la violencia psicológica, que no solo se ejerce hacia las mujeres, sino que determina socialmente la subjetividad psíquica de las mujeres en la sociedad, de acuerdo a cómo se sitúen sus cuerpos en ella. La locura de las mujeres se convierte en otro espacio de opresión, en la cultura patriarcal “son verdaderamente locas aquellas mujeres que, por su imposibilidad, desobediencia, o rebeldía, transgreden las cualidades de la feminidad (Lagarde, 2005, pág. 770). Las mujeres fallidas, según Lagarde (2005), actúan y viven la parte negativa de la feminidad y del mundo, cuando no cumplen con su deber ser, dictado desde la racionalidad patriarcal. Sin embargo, lo interesante de las novelas que estamos analizando, es que sus creadoras usan la idea de la mujer fallida no como un juicio, sino como una forma de lucha, una forma de soltar las formas de coerción cultural y social a las que están sujetas.

En La vegetariana, Yeonghye es considerada loca por su familia por negarse a las convenciones sociales y patriarcales, atender como se debe a su marido, comer carne como se debe de acuerdo al mandato social. En Carcoma, la locura se hereda, se transmite Las sombras de la casa se les meten dentro a las mujeres, la abuela y la nieta,  se les enredan en las entrañas y no pueden arrancárselas (Martinez, 2021), el pueblo lo sabe, son las brujas, las indecentes, las pobres las peligrosas. Pero Yeonghye, es peligrosa por su silencio, su delgadez extrema y sus alucinaciones. Pero en ambos casos, no se trata de enfermedad o locura, sino en formas de subversión contra los discursos dominantes sobre el cuerpo femenino, en conocimiento alternativo, como una forma de venganza y de encontrar un lugar en el mundo. Las autoras retoman el imaginario de “la mujer fallida” para mostrar la lucha de las mujeres por deslocalizar o localizar un lugar en el mundo, para subvertir los lugares que el padre, el marido, el violador, el patriarca han definido.

Bajo este escenario, es importante hablar del ese otro gran tema que es parte funcional de este entramado de las vivencias de las mujeres protagonistas de las dos novelas, y son esas masculinidades negativas, que se convierten en el instrumento para perpetuar las violencias y opresiones propias de las estructuras patriarcales, como lo mencionamos al principio. Para Kaufman (1997, pág. 35) existe en la vida de los hombres una extraña combinación de poder y privilegios, dolor y carencia de poder, […]gozan de poder social y de muchos privilegios, pero la manera como hemos armado ese mundo de poder causa dolor, aislamiento y alienación tanto a las mujeres como a los hombres. Las formas de masculinidad, o esas masculinidades variables y contingentes, se basan en el poder social de los hombres, pero son asumidas de manera compleja por hombres individuales. (Kauffman, 1997, pág. 65)

Siguiendo este hilo, en Carcoma, podemos recordar de nuevo cuando la abuela cuenta la historia de su madre: “Si mi madre había pensado que era mejor que las demás, mi padre le bajó la soberbia a golpes” (Martinez, 2021). Pero al mismo tiempo el patriarca queda atrapado el un muro que él mismo construye, por cobardía y abuso, se enconde en la casa para huir de la guerra, pero “la mujer fallida” de su esposo lo encerró en el cuarto de su huida: enyesado y calado a la pared para siempre. Por otro lado, el esposo de Yeong-hye representa la masculinidad funcionalista que la reduce a una figura decorativa. Su desaprobación por su decisión alimentaria no tiene que ver con salud, sino con el rol de esposa obediente que él espera, rol naturalizado y exigido por su propio padre que la ataca con violencia y desdén.

La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez, desde contextos culturales distantes, convergen en una crítica profunda a las estructuras patriarcales que moldean, disciplinan y violentan los cuerpos de femeninos, que se encuentran a través del silencio, la enfermedad, la abyección y la supuesta locura, sus propias formas radicales de resistencia frente a un sistema que no ofrece otras vías posibles de escape. Ambas novelas sitúan al cuerpo femenino como el lugar en el que se inscriben, no solo las agresiones visibles, sino también las violencias simbólicas y psíquicas que configuran el devenir de las protagonistas. Bajo la mirada de la tematología, estas dos obras nos permiten reconocer patrones universales en la representación del poder patriarcal, así como pensar la literatura no solo como reflejo, sino como herramienta crítica, para poner en cuestión temas persistentes cómo el género, el cuerpo y el poder, y cómo se articulan en la ficción contemporánea revelando los conflictos no resueltos de las estructuras sociales actuales.

Referencias

Viñuela Suárez, L. (2020). El cuerpo femenino como campo de batalla. Indumenta: Revista del Museo del Traje(3), 104-114. Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7771870

Federici, S. (2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación orginaria. Buenos Aires: Tinta Limón.

Hernández Alonso, R., & Raquel Oli, S. (2021). Introducción. En A las malas. Desobediencia y rebeldía como transgresión femenina en la literatura. Granada: Comares.

Kang, H. (2024). La Vegetariana. Bogotá D.C.: Penguin Random House.

Kauffman, M. (1997). Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres. En FLACSO (Ed.), Masculinidades: poder y crisis (págs. 63-81). Santiago de Chile: Isis Internacional.

Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas. Universidad Nacional Autónoma de México.

Martinez, L. (2021). Carcoma. Titivillus.

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LOS TEMAS DE ‘HIERBA’ Y ‘NADA ES VERDAD’: UNA LECTURA DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

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LOS TEMAS DE ‘HIERBA’ Y ‘NADA ES VERDAD’: UNA LECTURA DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

  Introducción: La emergencia del feminismo de masas y su llegada a las instituciones culturales y artísticas ha dejado en evidencia el papel que estas instituciones han tenido como constructoras y perpetuadores de los sistemas patriarcales a lo largo de la historia, extendiendo la ciudadanía la práctica de interpretar el “mapa de las violencias como un entramado que conecta la violencia de género con la violencia económica, financiera, política, institucional y social” (Rita Gago, citada en Iribarren et al., 2023;…
  Introducción: La emergencia del feminismo de masas y su llegada a las instituciones culturales y artísticas ha dejado…

 

Introducción:

La emergencia del feminismo de masas y su llegada a las instituciones culturales y artísticas ha dejado en evidencia el papel que estas instituciones han tenido como constructoras y perpetuadores de los sistemas patriarcales a lo largo de la historia, extendiendo la ciudadanía la práctica de interpretar el “mapa de las violencias como un entramado que conecta la violencia de género con la violencia económica, financiera, política, institucional y social” (Rita Gago, citada en Iribarren et al., 2023; 83). Por este motivo, en el presente escrito, abordaré el análisis tematológico comparado de Hierba (2022) de Keum Suk Gendry-Kim y Nada es verdad (2023) de Verónica Raimo, desde una perspectiva de género e interseccional, con el fin de entender de qué manera ambas obras tratan el tema de la violencia sobre los cuerpos femeninos y la construcción identitaria de la mujer en los sistemas patriarcales.

 

Marco teórico y metodológico:

Para poder hacer un desarrollo claro del análisis, estableceré el marco teórico que movilizaré a continuación.

Así las cosas, por “interseccionalidad” hago referencia la “perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder” (Viveros, 2016; 2). Es una perspectiva pragmática que pretende combatir las opresiones múltiples y simultáneas apelando a los sistemas de opresión interconectados – el patriarcado, el racismo, el capitalismo y el nacionalismo –.

Por su parte, cuando hablo de las violencias contra las mujeres me refiero a aquellas que tienen como objetivo “el sostén y la reproducción del modelo y el orden patriarcales que mantienen las relaciones desiguales de poder, la superioridad de la masculinidad hegemónica y, en consecuencia, la subordinación y el control de las mujeres” (Iribarren, 2023; 92). Estas violencias pueden ser de tipo físico, psicológico, sexual, económico, digital, institucional, obstétrico, de segundo orden, vicario, estructural o simbólico; y tienen lugar dentro del patriarcado, entendido como el “diseño social compuesto por instituciones ideológicas y coercitivas que ordena el poder siguiendo la lógica concreta que legitima el estar en la cúspide a (…) el hombre blanco, occidental, heterosexual, cis y rico” (Serrano, 2022).

El sistema patriarcal abarca todos los ámbitos de la vida y se construye sobre las relaciones de poder que se constituyen entre todos los miembros de la sociedad, planteando un sistema de privilegios basados en el género. El género a su vez, es una construcción histórica, pero “tiene un tiempo tan largo como el tiempo de la especie, un tiempo lentísimo, mucho más lento que el de la historia de las mentalidades” (Segato, 2016; 153), lo que significa que está cristalizado, que, aunque haya aumentado la conciencia feminista y el problema de las violencias contra las mujeres, “el imaginario de género que se encuentra por detrás de ellas, como su caldo de cultivo, se encuentra intacto” (Segato, 2016; 154). En resumidas cuentas, siguiendo las aportaciones de Michel Foucault, la naturalización del género es una verdad construida discursivamente. El patriarcado es el ‘régimen de verdad’ de nuestras sociedades, es el sistema de poder que produce y mantiene los ámbitos de saber/poder (Foucault, 1999; 55).

La metodología empleada, por tanto, consiste en varias lecturas analíticas[1], a partir de las cuales he extraído evidencias textuales que, junto con el estudio de las figuras retóricas y visuales empleadas, así como el estilo y las redundancias, me han permitido establecer paralelismos y oposiciones entre las obras y explorar el tema de las violencias sobre el cuerpo de las mujeres y la construcción de la identidad femenina en los sistemas patriarcales.

 

Análisis:

Como hemos comentado más arriba, las obras en cuestión tratarían el tema de la violencia sobre el cuerpo de las mujeres y la construcción de la identidad femenina en los sistemas patriarcales.

Nada es verdad se puede considerar una ‘novela de formación’ (Bildungsroman), en forma de un largo monólogo de apariencia autobiográfica, en la que la autora mezcla realidad e inventiva, como se hace en las ‘novelas de no-ficción’, lo cual la emparentaría con obras como El Amante (1984) de Marguerite Duras. En la novela de Verónica Raimo se tratan algunos pasajes de la infancia, la adolescencia y la adultez de la escritora, haciendo un especial énfasis en la familia y la formación de su identidad como mujer.

En el caso de Hierba se hace una reconstrucción verosímil de Lee Ok-Sun, una superviviente de la explotación sexual por parte del ejército japonés a las mujeres coreanas durante la Segunda Guerra Mundial. En este caso, Keum Suk Gendry-Kim se alinea con la tradición de las literaturas de la posmemoria, consistente en obras que “transmiten una memoria ‘mediada sobre los hechos que los autores no han vivido en primera persona, pero que ha sido legada (…) junto al trauma de la violencia” (Casas, 2020; 23). En este sentido, la obra se relaciona formalmente con, por ejemplo, Maus (1991) de Art Spiegelman.

A continuación, realizaré el análisis comparativo de ambas obras a partir de los tres subtemas que, a partir de las observaciones realizadas durante la lectura, considero más relevantes para la comparación: el crecimiento y desarrollo de las mujeres en las sociedades patriarcales; la violencia y la búsqueda de la libertad.

En primer lugar, es evidente que Nada es verdad dedica más páginas al crecimiento personal, especialmente en el ámbito de las relaciones familiares y de amistad, mientras que en Hierba este desarrollo en el seno familiar se ve interrumpido por la situación de pobreza extrema que obliga a la familia a entregar a su hija al servicio de otra familia, pasando a tratar más explícitamente el tema de la instrumentalización del cuerpo femenino y la violencia que comentaré más adelante. Ambas obras reproducen los roles de género que asignan al hombre el ámbito público, el ámbito de la producción; y a la mujer el ámbito privado, de la reproducción, del cuidado de la familia. Raimo hace patente esta situación con el motivo de “Francesca está al teléfono”, que se repite más de diez veces a lo largo de la novela, haciendo omnipresente la figura sobreprotectora de la madre, a quien la ansiedad de no recibir noticias de su hijo “aún la lleva a fantasear hoy con escenarios de desaparecidos argentinos, la que siente por mí [por Verónica] nunca está teñida de heroísmo, si acaso de erotismo. A sus ojos nadie pretende acabar conmigo, sino simplemente acostarse conmigo” (Raimo, 2022; 42).

Esta frase es relevante en tanto que muestra la instrumentalización social que se hace del cuerpo de las mujeres, el cual se constituye como una especie de propiedad pública al servicio del patriarcado, viéndose el consentimiento sobre este, no tanto un derecho individual inalienable, sino como una voluntad que queda supeditada, en última instancia, al sistema de opresión. Por este motivo, le acaban cortando contra su voluntad el pelo a Lee Ok-Sun (p.111) o es arrastrada al aeródromo este de Yanji (p.162-167).

El cuerpo de las mujeres acaba convirtiéndose en, o un objeto de deseo y satisfacción sexual – de ahí que Lee Ok-Sun sea una ‘mujer de consuelo’ o Verónica reciba propuestas sexuales a cambio de trabajos (p.148-149) y tenga experiencias con exhibicionistas (p.92)  –, o en el instrumento que permite la reproducción de la sociedad – de ahí que se insista Lee Ok-Sun a casarse tras ser liberada (p.407-408), o que la madre de Verónica le insista en tener un hijo o cuando decide abortar, su hermano la manipule emocionalmente regalándole libros sobre la maternidad y la culpabilidad (p131) –. Así las cosas, se acaba sexualizando el cuerpo femenino y a la vez, se penaliza a la mujer que no se mantiene casta para el cumplimiento de su labor reproductiva: supone una vergüenza para Lee Ok-Sun que se descubra su pasado en la casa de consuelo y, también, el doctor juzga abiertamente a Verónica cuando va a abortar porque considera que ya tiene una edad lo suficientemente avanzada como para decidir no tener hijos y porque “solo piensa en follar” (p.133). En esa misma línea criminalizadora encontramos iniciativas como el ‘jardín de los ángeles’ en el relato de Verónica (p.136).

En segundo lugar, y recogiendo esta idea de consentimiento, pasaré a comentar el tratamiento que las novelas hacen de las violencias.

En Hierba, resulta evidente el empleo de la violencia física sobre Lee Ok-Sun y las demás ‘mujeres de consuelo’. Si entendemos la violencia contra las mujeres desde el prisma estricto de la agresión física o sexual, no podríamos percibir todas las formas que tiene el patriarcado para mantener el sistema de dominación. La comparativa entre las dos novelas demuestran, en línea de los estudios recientes que, “en toda situación de crisis (…) las violencias contra las mujeres se agudizan” (Iribarren, 2023; 83).

En ambas novelas encontramos flagrantes casos de violencia obstétrica. En ambas se retrata la vulneración de los derechos reproductivos. En el caso de Nada es verdad, ya hemos comentado la violencia simbólica y discursiva que ejerce el doctor juzgando, en nombre de la sociedad, la decisión de Verónica de abortar. Pero, en el caso de Hierba, Lee Ok-Sun narra la historia de Mija Eonni, una joven de 18 años que, producto de la negativa a ponerse condón por parte de un soldado japonés, se quedó embarazada y se vio obligada, primero a buscar formas clandestinas y peligrosas de abortar – como ingerir pastillas o lanzarse sobre una piedra – y, una vez parido el bebé, a volver a ‘trabajar’ sin haberse recuperado y tras presenciar cómo le robaban a la criatura (p. 187-192).

Finalmente, en cuanto a la búsqueda de la libertad, ambas protagonistas intentan, en sus diferentes ámbitos – la casa de consuelo y el piso con nuevos muros – huir de su situación y de la opresión estructural ejercida, por el ejército japonés en un caso, y por la familia en el otro. En un plano extradiegético, ambas obras pretenden desvelar el discurso patriarcal, planteando formas de resistencia. La novela gráfica Hierba – y en general las obras de Gendry-Kim – pretende dar voz a las subalternas, a las mujeres que han sufrido más duramente las consecuencias de la agudización del patriarcado en un periodo de crisis, con el fin de hacer justicia, de reivindicar la reparación de daños. Esta poética que es empleada por Gendry-Kim para profundizar en el tratamiento de las emociones, se convierte en un sarcasmo y un humor cínico afilados en la novela de Verónica Raimo, quien narra su historia inventándosela, representando con su inventiva esa identidad cambiante que busca rehuir a la categorización estanca del patriarcado. Así, busca la libertad en la invención literaria, en sus numerosos nombres – Vero, Oca, Cucarachilla, Caniji, e incluso haciéndose pasar por su hermano, o por Úrsula Le Guin –, en una creación libre de la opresión que se ejerce sobre el cuerpo femenino

 

Conclusiones:

Por todo lo expuesto en el presente análisis considero oportuno pensar el patriarcado desde su perspectiva de campo de saber/poder, es decir, desde una perspectiva discursiva que permita desentrañar toda su complejidad. En Hierba, las desigualdades entre hombres y mujeres son obvias desde el inicio, en el que a Lee Ok-Sun le niegan ir a la escuela, aunque su hermano vaya, porque “¿Eres tu hermano? No, ¿Verdad? Pues no digas estupideces” (Grendry-Kim, 2022; 29). Mientras que en Nada es verdad, el género opera de maneras más sutiles. Si le preguntáramos a la familia de Verónica – o a la gran mayoría de personas de nuestro tiempo – si existe una superioridad de capacidades del hombre sobre la mujer, o si la supuesta supremacía masculina debe manifestarse en desigualdades o privilegios legales o sociales, dirán que no. No obstante, están empleando el discurso patriarcal haciendo que se vean hablando desde una posición que sostiene la supremacía masculina y la subordinación de las mujeres.

 

 

BIBLIOGRAFÍA:

– Canadell, Roger; Iribarren, Teresa; Fernández, Josep-Anton (eds.). 2021. Narratives of Violence. Venecia: Edizioni Ca’ Foscari.

– Casas, Ana. 2020. Escrituras del yo: la autoficción. Barcelona: FUOC.

– Fontana, M. 1999. «Verdad y poder». En: Foucault, M. Estrategias de poder. Barcelona: Paidós Ibérica, 41-55.

– Foucault, Michael. 2002. El orden del discurso. Buenos Aires: Tusquets Fábula.

– Gendry-Kym, Keum Suk. 2022. Hierba. Trad. Joo Hasun. Barcelona: Reservoir Books.

– Iribarren, Teresa; Gatell Pérez, Montse; Serrano-Muñoz, Jordi; Clua i Fainé, Monserrat. 2023. Literatura y violencias machistas. Guía para trabajos académicos. Venecia: Edizioni Ca’ Foscari.

– Isarch, Antoni. 2019. Temas de literatura contemporánea. Barcelona: FUOC.

– La Barbera, María Caterina. “Interseccionalidad”. Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad, 12 (septiembre): 191-198.

– Raimo, Verónica. 2023. Nada es verdad. Trad. Carlos Gumpert. Barcelona: Libros del Asteroide.

– Segato, Rita Laura. 2016. La guerra contra las mujeres. Madrid: Traficantes de sueños.

– Serrano, Jordi. 2022. “Literatura, violencias y decolonialidad” [Audiovisual]. Barcelona: FUOC.

– Viveros, Maya. 2016. “Interseccionalidad: una aproximación situada a la dominación”. Debate Feminista, 52: 1-17.

 

[1] Emplearé el uso de la primera persona del singular (“yo”) para dejar patente que estoy realizando una lectura situada, escribiendo desde unas coordenadas de género, clase y étnicas específicas.

Debate2en LOS TEMAS DE ‘HIERBA’ Y ‘NADA ES VERDAD’: UNA LECTURA DESDE UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO

  1. Juliana Arroyave Rincón says:

    Borrador Ensayo PEC»:

    Cuerpos que resisten, violencia y locura en Carcoma y La vegetariana.

    Analizar la voz femenina en la literatura contemporánea nos permite abordar la perspectiva de autoras situadas en contextos culturales disímiles, pero al mismo tiempo nos posibilita la comprensión de los puntos de encuentro a través de temas que trascienden el espacio y la localización, como el poder del patriarcado, el cuerpo femenino, la opresión y la violencia de género y las masculinidades que la sustentan. Las novelas La vegetariana de Han Kang (2024) y Carcoma de Layla Martínez (2021) nos trasladan a formas de vida que transitan por estas dimensiones desde contextos culturales muy diversos, entre la Corea del Sur contemporánea o la España rural posfranquista, pero con una convergencia temática considerable: mujeres que, mediante el silencio, el deterioro o la locura, resisten las formas normativas de género impuestas por estructuras patriarcales, sociales y simbólicas.

    Ambas obras de la literatura contemporánea, desde la perspectiva de la tematología, nos sumergen en la exploración del cuerpo femenino como batalla, la locura como forma de resistencia y las masculinidades negativas como instrumento de opresión estructural. Temas que a su vez trazan las líneas de encuentro entre los arquetipos y símbolos, entre estos dos relatos, a través del análisis de figuras universales como el cuerpo culpable, el patriarcado opresivo o la mujer disidente. Veremos cómo ambas novelas despliegan las formas de una resistencia corporal al orden patriarcal, mediante figuras femeninas marginadas, que utilizan el silencio, la locura o la supuesta abyección como formas radicales de disidencia simbólica, centrándonos así en tres temas fundamentales: el cuerpo femenino como espacio de poder, control y violencia, la locura como resistencia, en el que nos encontramos con el arquetipo de la “mujer loca” o “bruja”, la mujer peligrosa que rompe con la lógica racional del deber ser del comportamiento femenino, ambos estereotipos y violencias perpetuadas a través de las masculinidades negativas que se convierten en el instrumento de la opresión estructural.

    Diversas son las manifestaciones de violencia sobre el cuerpo de las mujeres, la violencia del encierro en ese mundo privado del hogar, la violencia del padre que controla, la violencia del marido que decide, la violencia del patriarcado que juzga, la posesión del cuerpo como territorio entre muchas otras formas de opresión, incluso las violencias psíquicas que se convierten en cuerpo, en odio, en enfermedad. El cuerpo de las mujeres, retomando las palabras de Viñuela Suárez (2020),

    ha sido a lo largo de la historia, un territorio sobre el que se han librado numerosas batallas en torno a los significados de la feminidad y a la posición que ocupan las mujeres en cada sociedad (pág. 104), […] La violencia de género, las violaciones, la mutilación genital femenina, la prostitución, etc. son agresiones que se ejercen sobre el cuerpo vivo de las mujeres de todo el mundo. (pág. 113)

    En Carcoma, la novela hace explícito cómo el cuerpo de las mujeres es objeto de múltiples formas de violencia simbólica, doméstica y social; cuando la abuela cuenta la historia de su madre y de su vida, en esa casa que las encierra y de la que ella sabe que ni ella ni su nieta saldrán nunca, asegura que su padre “no le había regalado aquella casa [a su madre], la había condenado a vivir en ella. [La casa] se había construido sobre el cuerpo de aquellas mujeres y se mantenía sobre el de mi madre” […]“Aquí se te caen los dientes y el pelo y las carnes y a la que te descuidas te andas arrastrando de un lado para otro” (Martinez, 2021, pág. 26). El cuerpo es oprimido encerrado y controlado, el cuerpo es el de su madre y ella misma, pero también el de todas las mujeres prostitutas del negocio de su padre.  El cuerpo de todas las mujeres se oprime y controla, tanto vivas como muertas en la casa de Carcoma.

    En La vegetariana (Kang, 2024), por su parte, el cuerpo se vuelve campo de batalla cuando Yeonghye decide dejar de comer carne como forma de negar la normatividad patriarcal que la consume. Su cuerpo pasa por una transformación y deterioro autoinfligido que se podemos leer como resistencia, pero es un cuerpo que todos quieren controlar, para que vuelva a la normalidad, al camino de lo establecido, y en ese sentido, la familia, los médicos, el marido, quieren hacer que ese cuerpo sea el de siempre, el que debe ser.

    Esto nos sitúa a su vez en el lugar de la violencia psicológica, que no solo se ejerce hacia las mujeres, sino que determina socialmente la subjetividad psíquica de las mujeres en la sociedad, de acuerdo a cómo se sitúen sus cuerpos en ella. La locura de las mujeres se convierte en otro espacio de opresión, en la cultura patriarcal “son verdaderamente locas aquellas mujeres que, por su imposibilidad, desobediencia, o rebeldía, transgreden las cualidades de la feminidad (Lagarde, 2005, pág. 770). Las mujeres fallidas, según Lagarde (2005), actúan y viven la parte negativa de la feminidad y del mundo, cuando no cumplen con su deber ser, dictado desde la racionalidad patriarcal. Sin embargo, lo interesante de las novelas que estamos analizando, es que sus creadoras usan la idea de la mujer fallida no como un juicio, sino como una forma de lucha, una forma de soltar las formas de coerción cultural y social a las que están sujetas.

    En La vegetariana, Yeonghye es considerada loca por su familia por negarse a las convenciones sociales y patriarcales, atender como se debe a su marido, comer carne como se debe de acuerdo al mandato social. En Carcoma, la locura se hereda, se transmite Las sombras de la casa se les meten dentro a las mujeres, la abuela y la nieta,  se les enredan en las entrañas y no pueden arrancárselas (Martinez, 2021), el pueblo lo sabe, son las brujas, las indecentes, las pobres las peligrosas. Pero Yeonghye, es peligrosa por su silencio, su delgadez extrema y sus alucinaciones. Pero en ambos casos, no se trata de enfermedad o locura, sino en formas de subversión contra los discursos dominantes sobre el cuerpo femenino, en conocimiento alternativo, como una forma de venganza y de encontrar un lugar en el mundo. Las autoras retoman el imaginario de “la mujer fallida” para mostrar la lucha de las mujeres por deslocalizar o localizar un lugar en el mundo, para subvertir los lugares que el padre, el marido, el violador, el patriarca han definido.

    Bajo este escenario, es importante hablar del ese otro gran tema que es parte funcional de este entramado de las vivencias de las mujeres protagonistas de las dos novelas, y son esas masculinidades negativas, que se convierten en el instrumento para perpetuar las violencias y opresiones propias de las estructuras patriarcales, como lo mencionamos al principio. Para Kaufman (1997, pág. 35) existe en la vida de los hombres una extraña combinación de poder y privilegios, dolor y carencia de poder, […]gozan de poder social y de muchos privilegios, pero la manera como hemos armado ese mundo de poder causa dolor, aislamiento y alienación tanto a las mujeres como a los hombres. Las formas de masculinidad, o esas masculinidades variables y contingentes, se basan en el poder social de los hombres, pero son asumidas de manera compleja por hombres individuales. (Kauffman, 1997, pág. 65)

    Siguiendo este hilo, en Carcoma, podemos recordar de nuevo cuando la abuela cuenta la historia de su madre: “Si mi madre había pensado que era mejor que las demás, mi padre le bajó la soberbia a golpes” (Martinez, 2021). Pero al mismo tiempo el patriarca queda atrapado el un muro que él mismo construye, por cobardía y abuso, se enconde en la casa para huir de la guerra, pero “la mujer fallida” de su esposo lo encerró en el cuarto de su huida: enyesado y calado a la pared para siempre. Por otro lado, el esposo de Yeong-hye representa la masculinidad funcionalista que la reduce a una figura decorativa. Su desaprobación por su decisión alimentaria no tiene que ver con salud, sino con el rol de esposa obediente que él espera, rol naturalizado y exigido por su propio padre que la ataca con violencia y desdén.

    La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez, desde contextos culturales distantes, convergen en una crítica profunda a las estructuras patriarcales que moldean, disciplinan y violentan los cuerpos de femeninos, que se encuentran a través del silencio, la enfermedad, la abyección y la supuesta locura, sus propias formas radicales de resistencia frente a un sistema que no ofrece otras vías posibles de escape. Ambas novelas sitúan al cuerpo femenino como el lugar en el que se inscriben, no solo las agresiones visibles, sino también las violencias simbólicas y psíquicas que configuran el devenir de las protagonistas. Bajo la mirada de la tematología, estas dos obras nos permiten reconocer patrones universales en la representación del poder patriarcal, así como pensar la literatura no solo como reflejo, sino como herramienta crítica, para poner en cuestión temas persistentes cómo el género, el cuerpo y el poder, y cómo se articulan en la ficción contemporánea revelando los conflictos no resueltos de las estructuras sociales actuales.
    Referencias
    Viñuela Suárez, L. (2020). El cuerpo femenino como campo de batalla. Indumenta: Revista del Museo del Traje(3), 104-114. Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7771870

    Federici, S. (2010). Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación orginaria. Buenos Aires: Tinta Limón.

    Hernández Alonso, R., & Raquel Oli, S. (2021). Introducción. En A las malas. Desobediencia y rebeldía como transgresión femenina en la literatura. Granada: Comares.

    Kang, H. (2024). La Vegetariana. Bogotá D.C.: Penguin Random House.

    Kauffman, M. (1997). Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres. En FLACSO (Ed.), Masculinidades: poder y crisis (págs. 63-81). Santiago de Chile: Isis Internacional.

    Lagarde, M. (2005). Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas. Universidad Nacional Autónoma de México.

    Martinez, L. (2021). Carcoma. Titivillus.

     

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Memòria i resistència a partir del trauma

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Memòria i resistència a partir del trauma

TEMES DE LITERATURA CONTEMPORÀNIA Francesca Sastre Munar Memòria i resistència, a partir del trauma   En aquest assaig analitz el rol d’identitat, memòria i resistència  davant la violència institucional  contra les dones, a partir de dues obres literàries Hierba, de Gendry Kim Keum Suk (2019)i Pechos y Huevos, (2019),de Mieko Kawakami . Dos exemples molt diferents de com el testimoniatge i la resistència actuen com a estratègies de denúncia de la violència institucional que s’exerceix i de com,   mitjançant la…
TEMES DE LITERATURA CONTEMPORÀNIA Francesca Sastre Munar Memòria i resistència, a partir del trauma   En aquest assaig analitz…

TEMES DE LITERATURA CONTEMPORÀNIA

Francesca Sastre Munar

Memòria i resistència, a partir del trauma

 

En aquest assaig analitz el rol d’identitat, memòria i resistència  davant la violència institucional  contra les dones, a partir de dues obres literàries Hierba, de Gendry Kim Keum Suk (2019)i Pechos y Huevos, (2019),de Mieko Kawakami . Dos exemples molt diferents de com el testimoniatge i la resistència actuen com a estratègies de denúncia de la violència institucional que s’exerceix i de com,   mitjançant la literatura,  es visibilitzen polítiques d’opressió que posen en qüestió la idea de progrés.

Tot i que les dues obres a comparar pertanyen a realitats diferents, exploram la crítica que aquestes obres presenten de l’hegemonia de l’heteronormativisme i com la memòria del passat i el testimoniatge del present poden confluir per denunciar la visió patriarcal que genera violències que s’intenten invisibilitzar o minimitzar. També, intent analitzar si aquests testimonis es presenten con una eina a canviar el futur, contribuint a conscienciar sobre la necessitat de respectar els drets humans i de denunciar les opressions, i les desigualtats, no només en temps de crisi com és una guerra, sinó també en moments de prosperitat econòmica. Per tant, observ com la memòria individual passa a ser la memòria col.lectiva.

Vull abordar aquesta anàlisi des d’un punt de vista ampli.  La vehiculació d’aquests testimonis també comporten una mostra de com interactuen distints eixos d’opressió, dominació i discriminació, com ara el gènere, la sexualitat, la classe o la pertinença ètnica, en allò que es defineix com  la mirada interseccional (Crenshaw, 1989).

 

L’impacte (què). El context.

A “Hierba” es recull el testimoni real de Lee Ok-Sun, una dona coreana que durant la Guerra del Pacífic va ser explotada sexualment per l’exèrcit imperial japonès.

L’autora de Hierba, Gendry-Kim tracta de la recuperació de la identitat i de la dignitat després d’una experiència traumàtica, a través del testimoni d’una supervivent. Mieko Kawakami, a Pechos y Huevos, en canvi,   aborda  des d’una perspectiva feminista l’ètica de la reproducció en el context del Japó contemporani, que manté uns patrons discriminadors de la dona malgrat la imatge de prosperitat i modernitat que projecta.

A partir dels testimoni i  diàlegs amb  diferents personatges de ficció planteja situacions  d’opressió i de resistència en una societat encara patriarcal  i tradicional, que es qüestiona aquests valors. Tot i la distància temàtica i formal, tant l’obra de Hierba com Pechos Y Huevos, es poden veure com exemples de resistència a l’opressió, que ens interroguen des del passat i que fan visibles en el present qüestions que afecten a les dones.  I precisament, aquesta distància en el temps i en el fets relatats ens serveix per veure com des de punts de vista molt distants es poden copsar distintes formes de violència.

 

Com es representen els testimonis de violència

 

En el cas de Hierba, l’autora recull el testimoni real  d’una anciana  coreana que          en forma d’entrevista dibuixa els records de Lee Ok-Sun, una de les anomenades “dones consol”, eufemisme que utilitzava l’exèrcit japonès per designar les prop de 200 mil dones que varen ser obligades a prostituïr-se  durant l’expansió colonial del Japó Imperial de la Guerra del Pacífic (1937-1945. La protagonista del llibre de Keum Suk és una dona anciana,  que ha aconseguit tornar a Corea gràcies a un programa d’ajuda per a aquestes víctimes.  Després de múltiples negociacions entre els governs de Corea i el Japó per arribar a un acord de compensació per a les brutalitats comeses en el passat, la protagonista continua reclamant un reconeixement reivindicant un lloc en aquestes negociacions on no se‘ls ha tengut en compte. La memòria i la denúncia de la protagonista és sobre la violència física patida, però també la violència simbòlica i institucional. En el llibre es reflecteixen les dificultats per expressar la pròpia experiència, el trauma posterior i la marginació que varen patir per part dels seus familiars i la societat coreana, anys després. A partir dels anys setanta, la denúncia de com els governs els han exclòs de les negociacions que ha tengut més en compte els aspectes econòmics més que no els morals ha creat un debat en la societat coreana i també ha tensat les relacions diplomàtiques amb els estats, que han reivindicat la memòria d’aquest fet, amb el govern japonès. A partir dels anys setanta,  s’inicia una presa de consciència sobre la violència contra la dona  que fa que es crein entitats que denuncien els efectes de la colonització de Corea per part del Japó, coincidint amb els moviments nacionalistes de Corea i també amb la proliferació d’estudis i testimonis de les principals catàstrofes del segle XX , com apunta A. Huyssen, a partir de l’Holocaust.

“Memory discourses of a new kind first emerged in the West after the 1960s in the wake of decolonization and the new social movements and their search for alternative and revisionist histories.” Huyssen, A (2002)

 

 

 

 

Memòria i trauma

El testimoni de la víctima constitueix la font essencial en aquesta reconstrucció del passat que trobam a Hierba.  El relat en primera persona es converteix en el suport de la memòria. Però, com indica Beatriz Sarlo,(2005) aquesta memòria defuig del caràcter individual per fer de portaveu de totes les víctimes silenciades.

“ No obstante, es importante considerar que su carácter autoreferencial no permite ser sometido a las reglas críticas de otros discursos referenciales: “(el testimonio) no puede representar todo lo que la experiencia fue para el sujeto, porque se trata de una ´materia prima´ donde el sujeto testigo es menos importante que los efectos morales de su discurso. No es el sujeto el que se restaura a sí mismo en el testimonio del campo, sino una dimensión colectiva que, por oposición y por imperativo moral, se desprende de lo que el testimonio transmite” (Beatriz Sarlo, 2005) Tiempo Pasado. Cultura de la Memoria y Giro Subjetivo. Siglo XXI. Buenos Aires.

Coincidint amb A. Huyssman(2002), cal analitzar com aquesta por i perill d’oblit conviu amb estratègies de supervivència de commemoració pública i privada. El gir cap a la memòria està subliminalment dinamitzat pel desig d’ancoratge de nosaltres mateixos en un món caracteritzat per una creixent inestabilitat del temps i la fractura de l’espai habitat. En el cas de Hierba, l’edat avançada de la protagonista no li impedeix seguir denunciant els abusos del passat, el no-oblit, la resistència. La por a desaparèixer i ser invisibilitzat, denunciant la violència estructural, estipulada per Johan Galtung (1969) i que fa que la jerarquia jugui un rol que perjudica els més febles, en comptes de protegir-los. I la memòria es revindica també davant la violència simbòlica que exercexien les pròpies famílies que varen marginar les protagonistes, estigmatitzant-les, culpabilitzant-les de la seva situació. Pel fet de ser una novel.la gràfica, a les escenes hi ha un muntatge entre passat i present

En els diàlegs a l’obra Pechos Y Huevos, hi ha el trasfons dels abusos sexuals, la figura del pare agressor sobre un personatges de la novel.la que qüestiona el dret a no perpetuar en els fills aquest trauma que pot ser intergeneracional.  De fet per a les víctimes de les violacions dels drets humans,  la violència no és un fet que es recordi només del passat, sinò que segueix formant part del present. És una crítica a la violència que es genera en l’entorn familiar, l’abús que marca i que fa que hagis de cercar l’equilibri entre acceptar o resistir. Tant el personatge de Pechos y Huevos, com la protagonista de Hierba, mantenen un bloqueig emocional per establir noves relacions, per mostrar confiança amb l’entorn. Només els exemples de sororitat semblen rompre l’aïllament i les mancances d’aquest bloqueig.

Conclusions

La reparació individual i comunitària inclou la construcció de memòries. Compartir amb els altres les experiències traumàtiques, el testimoniatge, és una condició necessària per a donar sentit a la pròpia existència i a la comunitat social. En el cas dels personatges de les dues novel.les que hem analitzat, la sensació de ser restituïts és evident en el cas de Hierba, a Pechos y Huevos, és el testimoni d’un dels personatges que posa en relleu les violències sexuals en la família, en un entorn convencional on es manifesta la brutalitat.

Les experiències traumàtiques, invisibilitzades, silenciades o encobertes, no s’inscriuen de forma natural en la consciència social i el registre històric. És necessari obrir ponts perquè les memòries marginades i els testimonis reprimits puguin expressar-se i ser finalment escoltats perquè es reconegui amb empatia el seu sofriment. (A. Assmann 2014, 95). En aquest sentit, la narrativa ofereix un marc idoni per desencapsular la memòria o el testimoni, sigui a través de la ficció o de la no-ficció, no només com a divulgació del passat, sinó també com a promotores d’intervencions socials i polítiques.

Com senyala López Petdzoldt, “la literatura implica el probar experimentalmente saberes de vida, y también el resultado de este experimento vuelve a producir un nuevo saber de la vida y en la vida. La literatura siempre transmite un saber específico de cómo se vive o cómo se podría vivir y, por ende, también un saber de cómo no se puede (sobre)vivir . Y sobre cómo se rememora y cómo se tiene que rememorar para sobrevivir.”

 

Bibliografia

 

Gendry-Kim Keum Seuk.(2019) Hierba. Barcelona Reservoir Books

Kawakami, Mieko.(2019) Pechos y Huevos. Barcelona. Seix Barral

López Petdzoldt, Bruno (2022).Recordar para perdurar. La participación del cine en la reparación de experiencias traumáticas. Guadalajara y Bielefeld: Universidad de Guadalajara/CALAS/Bielefeld University Press.

 

Assman, (2010) “Communicative and Cultural Memory”. En A Companion to Cultural Memory Studies, editad o por Astrid Erll y Ansgar Nünning, 109-118. Berlín/Nueva York: Walter de Gruyter.

 

Huyssen, Andreas (2000) Present  Pasts: Media, Politics.Pulbic Culture. Columbia Unicersity.

 

 

 

 

 

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Entrega borrador ensayo sobre Identidad, género y violencia: un análisis comparativo de Las malas y Panza de burro

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Entrega borrador ensayo sobre Identidad, género y violencia: un análisis comparativo de Las malas y Panza de burro

Hola a todos, Adjunto el borrador. UOC 24/25 TEMAS DE LITERATURA CONTEMPORÁNEA Sonia Bajo Paredero   Identidad, género y violencia: un análisis comparativo de Las malas y Panza de burro Introducción y presentación de los objetivos, corpus y metodología Las nociones de género y sexualidad han sido históricamente reguladas por estructuras de poder heteropatriarcales que buscan legitimar ciertos cuerpos, deseos y formas de vida, mientras que todo aquello que no se ajusta a la norma dictada es marginado, perseguido, castigado…
Hola a todos, Adjunto el borrador. UOC 24/25 TEMAS DE LITERATURA CONTEMPORÁNEA Sonia Bajo Paredero   Identidad, género y…

Hola a todos,

Adjunto el borrador.

UOC 24/25 TEMAS DE LITERATURA CONTEMPORÁNEA

Sonia Bajo Paredero

 

Identidad, género y violencia: un análisis comparativo de Las malas y Panza de burro

  1. Introducción y presentación de los objetivos, corpus y metodología

Las nociones de género y sexualidad han sido históricamente reguladas por estructuras de poder heteropatriarcales que buscan legitimar ciertos cuerpos, deseos y formas de vida, mientras que todo aquello que no se ajusta a la norma dictada es marginado, perseguido, castigado y condenado a la marginalidad.

Las malas de Camila Sosa Villada y Panza de burro de Andrea Abreu son dos obras que, aunque desde diferentes contextos y estilos narrativos, abordan el complejo tema de vivir la homosexualidad y el género en sociedades que reprimen y no aceptan estas identidades, rechazando y castigando la diversidad. Además, ambas novelas destacan cómo estas experiencias están atravesadas por formas de violencia que operan en niveles simbólicos, físicos y psicológicos y que determinan la existencia y el desarrollo de las figuras protagonistas.

Las malas narra la vida de la protagonista y su convivencia con un grupo de mujeres trans en Córdoba, Argentina. En la obra se exploran temas como la identidad, la violencia de género, la exclusión social, la resistencia y la resiliencia. Se combinan realidad y ficción y refleja la travesía de la protagonista hasta llegar al momento presente. Es una novela narrada en primera persona, donde se describe y cuenta lo descarnado de la realidad que viven los trans por su condición de género.

Por otro lado, Panza de burro es una novela ambientada en un rincón nublado, estancado de Canarias. La historia captura la niñez y el despertar sexual de sus protagonistas, pero al mismo tiempo reflexiona sobre temas como la amistad, la desigualdad y el entorno social. Su lenguaje es fresco, ligero y auténtico, y toda la obra refleja una sensibilidad conmovedora. La profundidad con la que explora los sentimientos es tal que podría interpretarse también como una obra de carácter autobiográfico.

El objetivo de este ensayo es explorar, desde una perspectiva de género, cómo estas novelas retratan la vivencia de la homosexualidad, de la diversidad y el género y cómo se denuncian las múltiples violencias que enfrentan los personajes. En consonancia con lo anterior habría que explorar así mismo la imagen y el uso del cuerpo femenino: el cuerpo como imagen del yo, como arma, como escudo, como herramienta, como castigo… dependiendo de quién haga uso de él. Resulta también llamativa la invisibilidad que aparece en ambas obras, unas veces buscada y otras padecida, la invisibilidad y el anonimato como salvación ante la violencia y el rechazo.

Para ello, se empleará una metodología hermenéutica comparativa, enfocada en interpretar las diferentes temáticas que se tratan en los textos, los mecanismos narrativos y los contextos socio-culturales que configuran las historias y los personajes, y cómo estos reflejan o cuestionan las normas sociales, cómo se adaptan y qué mecanismo usan para sobrevivir en una sociedad hostil dominada por el heteropatriarcado.

  1. Desarrollo del ejercicio hermenéutico comparativo

El tema principal de ambas obras se centra en la violencia de género que enfrentan tanto las figuras protagonistas como las secundarias, abordando distintas manifestaciones de esta, tanto la simbólica como la psicológica y la física. Entre los subtemas destacados se tratarán dos principales. Por un lado, nos enfrentamos al rol predominante que ocupa la imagen de la mujer en ambas obras y la importancia que se le atribuya al físico y al hecho de que las mujeres deben cumplir con unos cánones de belleza, que a veces son impuestos por la sociedad patriarcal y otras deseados por las propias mujeres que buscan cumplir con ese canon para no quedar excluidas y ser marcadas. Además, otro subtema relevante que se explora en los textos es el despertar sexual, esas primeras relaciones sórdidas, relaciones circunstanciales, no consentidas, de abuso y protegidas por la vergüenza, donde se instrumentaliza y se violenta el cuerpo femenino para satisfacer los deseos masculinos.

2.1. La violencia simbólica en las narrativas

En Las malas, la violencia simbólica se manifiesta en los prejuicios y estigmatizaciones que enfrentan las protagonistas trans en Argentina. El uso del lenguaje deshumanizante y la exclusión social son representados por Camila Sosa Villada como herramientas que refuerzan la opresión sistémica. A través de su prosa, la autora denuncia cómo estas formas de violencia no física perpetúan la marginalización, pero también destaca la capacidad de las protagonistas para resignificar su identidad a pesar de las agresiones.

En Panza de burro, la violencia simbólica aparece de manera más sutil, pero igualmente impactante, a través de la pobreza y el aislamiento que moldean la vida de las protagonistas. La posibilidad de un afecto homosexual, sugerido en la obra, choca con las normas no escritas pero seguidas por la comunidad canaria, donde cualquier expresión de amor que escape a la heteronormatividad es invisibilizada o directamente reprimida para evitar el aislamiento, el señalamiento, el ostracismo que de seguro se dará, puesto que es una sociedad todavía muy cerrada y que no acepta lo que se sale de la norma.

 

2.2. La violencia física como constante amenaza

La violencia física ocupa un lugar central en Las malas, donde las protagonistas enfrentan agresiones directas debido a su identidad de género y su orientación sexual. Sosa Villada documenta los ataques físicos y el peligro constante al que se enfrentan las mujeres trans, mostrando cómo esta violencia no solo busca controlar sus cuerpos, sino también anular su existencia. Esta novela subraya la brutalidad de un sistema que legitima tales abusos. Este castigo al cuerpo es en ocasiones buscado por la protagonista, como si realmente fuera merecedora de ello. El cuerpo es instrumentalizado por propios y extaños.

Aunque en Panza de burro la violencia física no es, en el caso de las protagonistas, tan explícita, sí se pueden percibir indicios de una amenaza latente. El entorno hostil y las dinámicas de poder entre adultos y niños insinúan un sistema opresivo que no necesita de golpes para ejercer su control, pero que siempre sugiere la posibilidad de una represión física contra cualquier desviación de la norma. De hecho, la historia de  Juanita Banana, un personaje secundario víctima de violencia física por su género, funciona como un presagio de lo que le puede ocurrir al que no acate las normas.

2.3. La violencia psicológica y sus efectos

La violencia psicológica en Las malas se expresa a través del constante cuestionamiento de la humanidad y la valía de las protagonistas. El relato evidencia el impacto emocional de vivir en una sociedad que niega su derecho a ser y amar libremente. Sin embargo, también celebra su capacidad de resiliencia y de encontrar alegría en medio de la adversidad.

En Panza de burro, la violencia psicológica es más interna, reflejada en los pensamientos y emociones de las jóvenes protagonistas. La presión por ajustarse a las expectativas de su entorno y la incertidumbre sobre su identidad se traducen en una lucha interna que refleja los costos emocionales de vivir en una sociedad rígida y represiva.

2.4. El cuerpo y el despertar sexual

El cuerpo femenino aparece como un medio para encontrar la identidad, sufrir la transformación y satisfacer el deseo. En Las Malas el cuerpo se convierte en un elemento identitario y reivindicativo, mientras que en Panza de burro forma parte del descubrimiento adolescente del despertar sexual. El cuerpo, como concepto, presenta múltiples aristas, algunas de ellas en abierta contradicción : a veces es una barrera, otras un instrumento, puede ser castigo pero también placer, puede ser invisible pero también reivindicativo.

 

 

  1. Conclusiones

Como primera aproximación, se puede argumentar que Las malas y Panza de burro no solo exponen las múltiples formas de violencia que enfrentan quienes viven su homosexualidad en contextos opresivos, sino que también iluminan las estrategias de resistencia y resignificación frente a tales adversidades. Ambas obras revelan que estas violencias no son aisladas, sino estructurales, y están profundamente enraizadas en las normas de género y sexualidad impuestas por la sociedad.

En Las malas, la resistencia toma la forma de una comunidad que se apoya y redefine el significado de ser trans y vivir con autenticidad en un mundo hostil. En Panza de burro, aunque de manera más sutil, el vínculo entre las protagonistas desafía las normas afectivas y permite vislumbrar una posibilidad de libertad frente a la opresión.

Desde un punto de vista argumentativo, estas obras plantean la necesidad de cuestionar profundamente las estructuras sociales que legitiman estas violencias y que no aceptan la diversidad de género. Asimismo, sugieren que la representación literaria de estas experiencias no solo sirve como denuncia, sino como un acto político de transformación y visibilización. La literatura, en este sentido, se presenta como una herramienta para retratar una realidad hasta hace bien poco ignorada en la creación literaria  y como un medio para imaginar nuevas formas de convivencia, más inclusivas y humanas.

 

 

OBRAS DE ESTUDIO

  • Abreu, Andrea (2020). Panza de Burro. Editorial Barret, 2024.
  • Sosa, Camila (2019). Las Malas.Editores Tusquets: Barcelona, 2024.

BIBLIOGRAFÍA

  • César Thomaz, Paulo, (2022). La violencia contra el cuerpo de las mujeres y la escritura literaria. Revistadigital.https://revistadigital.uce.edu.ec/index.php/CONTEXTOS/article/view/3932/4748#info
  • Clua i Fainé, M., Gatell, M., Iribarren,T., Serrano-Muñoz, J. (2023) Literatura y violencias machistas. Guía para trabajos académicos (pp.79-147). Edizione Ca’Foscri: Venezia.
  • Isarch Borja, Antoni (2019). Temas de la literatura contemporánea. 
  • Isarch Borja, Antoni (2019). Introducción a la literatura comparada. 
  • Serrano-Muñoz, Jordi. La estructura del ensayo interpretativo. [28 mins, en línea].UOC

 

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Borrador del ensayo comparativo: violencias contra lo femenino en La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez   Introducción El siguiente ensayo propone un análisis comparativo de las novelas La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez a partir de un eje temático común: la violencia contra las mujeres y las formas de resistencia subjetiva y corporal. La metodología adoptada parte del análisis textual basado en observaciones clasificadas como interesantes, extrañas o reveladoras y vinculadas a…
Borrador del ensayo comparativo: violencias contra lo femenino en La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez…

Borrador del ensayo comparativo: violencias contra lo femenino en La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez

 

Introducción

El siguiente ensayo propone un análisis comparativo de las novelas La vegetariana de Han Kang y Carcoma de Layla Martínez a partir de un eje temático común: la violencia contra las mujeres y las formas de resistencia subjetiva y corporal. La metodología adoptada parte del análisis textual basado en observaciones clasificadas como interesantes, extrañas o reveladoras y vinculadas a diferentes formas de violencia —física, simbólica, institucional o psicológica—. El objetivo principal es interpretar cómo las dos obras articulan, desde estéticas distintas, un mismo problema: la opresión sistemática del cuerpo y la subjetividad femenina. Para ello, el ensayo se articula en torno a tres ejes temáticos extraídos del trabajo previo: el cuerpo femenino como espacio de resistencia y opresión; la violencia simbólica en los espacios domésticos heredados; y la alienación, la memoria y la genealogía de la violencia.

  1. El cuerpo femenino como espacio de resistencia y opresión

Ambas novelas colocan el cuerpo femenino en el centro de la violencia, pero también de la resistencia. En La vegetariana, la protagonista Yeong-hye desea “convertirse en planta”, un gesto que desafía los límites de la corporalidad humana y expresa su rechazo radical y total a una identidad femenina construida desde la sumisión. Esta deshumanización voluntaria —“no soy una persona, soy una planta”— puede leerse como una respuesta desesperada a la violencia simbólica y psicológica que sufre por parte de su entorno (familia, marido, psiquiatras). En lugar de resignarse a las formas sociales que disciplinan el cuerpo, Yeong-hye opta por su disolución, lo cual constituye una forma paradójica de actuar para cambiar las cosas.

En Carcoma, el cuerpo no desaparece, sino que se transforma en espacio de contención y poder. La casa, simbolizada como cuerpo materno, es a la vez prisión y fuente de poder mágico femenino. La abuela y la nieta reproducen rituales y prácticas mágicas que revalorizan el cuerpo y sus saberes heredados. Este contraste entre lo que podríamos llamar resistencia por sustracción (Yeong-hye) y resistencia por afirmación (las mujeres de Carcoma) revela dos estrategias distintas ante la violencia patriarcal: la primera, introspectiva y aislada; la segunda, colectiva y generacional.

Además, la estetización del cuerpo femenino en La vegetariana, como ocurre en la escena en que el cuñado artista pinta flores sobre el cuerpo desnudo de Yeong-hye, subraya cómo el cuerpo femenino puede ser convertido en objeto sin consentimiento, bajo la apariencia de arte o liberación. Este gesto estético encubre una dominación simbólica disfrazada de admiración. En contraste, Carcoma presenta el cuerpo como fuente de saber, de práctica ritual, incluso como vínculo con lo ancestral y la tierra. El cuerpo de las mujeres, aunque marcado por la violencia, es también un espacio de posibilidad. En esta lógica, el cuerpo se vuelve archivo viviente de resistencias, de genealogías, de violencias ocultas y saberes reprimidos. En ambas obras, el cuerpo deja de ser pasivo para convertirse en campo de inscripción simbólica y política.

  1. La violencia simbólica en los espacios domésticos heredados

Tanto en La vegetariana como en Carcoma, el hogar funciona como espacio de reproducción de la violencia. En la obra de Han Kang, la familia de Yeong-hye reacciona con violencia ante su decisión de dejar de comer carne, percibiéndola como una amenaza al orden tradicional. El almuerzo familiar en el que el padre intenta forzarla a comer carne ilustra la manera en que el hogar se convierte en campo de batalla para el control del cuerpo femenino. El internamiento psiquiátrico es una extensión institucional de esta violencia doméstica.

En Carcoma, la casa se muestra como heredera de silencios, abusos y presencias espectrales. El padre abusador no es nombrado abiertamente, y el silencio se convierte en una forma de complicidad. Como indica una de las observaciones: “Lo monstruoso no está fuera del hogar, sino dentro”. Aquí, el espacio doméstico no solo protege la violencia, sino que la conserva y la perpetúa a través de la genealogía femenina. Esta violencia simbólica se inscribe en las paredes, en la tierra que “habla”, en la historia que no se cuenta, pero se hereda.

Ambas novelas presentan una crítica a la aparente neutralidad del espacio doméstico, mostrándolo como núcleo de la dominación patriarcal. La domesticidad, lejos de ser refugio, es presentada como un dispositivo que estructura la opresión. En este sentido, el hogar actúa como un espacio que articula violencias físicas, simbólicas e institucionales, legitimadas por el orden social y los discursos de normalidad.

Además, ambas obras muestran cómo la transmisión generacional de normas y silencios configura un marco de violencia persistente. En Carcoma, los rituales y el aislamiento son enseñados como parte del legado materno. En La vegetariana, la falta de comprensión intergeneracional provoca que la protagonista quede completamente desamparada frente a las decisiones que toma sobre su cuerpo. Así, la genealogía femenina se muestra como un campo de tensión: es a la vez refugio y condena.

  1. Alienación, memoria y genealogía de la violencia

Yeong-hye, al afirmar que no es una persona, rompe con su identidad. Esta alienación extrema, que culmina en su internamiento, es leída por el sistema como locura, cuando en realidad es una forma de resistencia no verbalizada ante la violencia sistémica. Su entorno no entiende su gesto, y lo interpreta como desviación. Esta patologización del no cumplimiento de los roles de género puede leerse como forma de violencia institucional, donde la diferencia no es comprendida sino castigada.

En Carcoma, la genealogía de mujeres que “siempre se han quedado aquí” articula una forma de memoria encarnada. La herencia femenina no es solo de prácticas mágicas, sino también de dolores, opresiones y silencios. Esta memoria —inscrita en la tierra, en la casa, en los cuerpos— genera una violencia que no es episódica, sino estructural. El linaje femenino está cargado de culpa, sacrificio y estancamiento, pero también de poder potencial.

Asimismo, la convivencia con lo espectral en Carcoma opera como metáfora de la persistencia del trauma. Los fantasmas no desaparecen, se quedan. De este modo, la obra construye una genealogía de la violencia donde lo no dicho y lo no resuelto se hereda. Mientras que, en La vegetariana, la alienación rompe con el linaje y la tradición como forma de negación total, en Carcoma, la resistencia se articula como reelaboración del pasado, de la memoria y del dolor compartido.

Además, estas genealogías permiten reflexionar sobre la transmisión simbólica de la violencia. En Carcoma, lo que no se nombra adquiere fuerza espectral, se hace cuerpo en lo invisible. En La vegetariana, el silencio alrededor de Yeong-hye y su transformación física desvela un orden que no sabe cómo abordar la diferencia. En ambos casos, lo que no se dice se impone como violencia persistente. Así, el lenguaje —o su ausencia— opera como vehículo y síntoma de violencia simbólica. La genealogía, en ambas novelas, aparece como un entramado de narrativas reprimidas, que deben ser reconocidas o interrumpidas para imaginar nuevas formas de existencia.

Conclusiones provisionales

El análisis comparativo de La vegetariana y Carcoma muestra que, aunque sus registros narrativos, estéticos y culturales difieran, ambas obras exploran formas complejas de violencia contra las mujeres y estrategias de resistencia femenina. El cuerpo y el espacio doméstico son las matrices donde se inscriben esas violencias, pero también desde donde emergen posibilidades de respuesta: alienación, magia, memoria.

La vegetariana enfatiza el aislamiento y la deshumanización como formas extremas de resistencia, mientras que Carcoma subraya la continuidad generacional, lo comunitario y lo ritual como espacio de poder. Ambas novelas, sin embargo, comparten una crítica a las formas normalizadas e invisibles de violencia simbólica e institucional, y denuncian los dispositivos que buscan domesticar, medicalizar o silenciar las disidencias femeninas.

En definitiva, ambas obras visibilizan la dimensión estructural de la violencia contra las mujeres, mostrando que no es producto de hechos aislados, sino de redes complejas de poder, tradición, silencio y domesticación. La potencia de estas novelas radica en cómo problematizan las formas de vida impuestas y dan lugar a imaginarios alternativos, aunque sean frágiles, dolorosos o radicales. Este ejercicio comparativo ha permitido identificar no solo estrategias de resistencia, sino también nuevas formas de habitar el cuerpo y la memoria en contextos de violencia estructural.

En futuras versiones del trabajo se ampliará el marco teórico con mayor bibliografía feminista y se profundizará en el análisis formal y estético de ambas obras. Asimismo, se considerará el papel de la voz narrativa, los recursos poéticos y la intertextualidad para afinar el modo en que estas novelas construyen sus denuncias y propuestas. Este enfoque podrá enriquecer el debate sobre la literatura contemporánea escrita por mujeres como espacio político de imaginación subversiva.

Este ensayo es un primer paso hacia un análisis temático más profundo que girará en torno a los siguientes ejes: 1) el cuerpo femenino como espacio de resistencia y opresión; 2) la genealogía de la violencia en los espacios domésticos; y 3) la articulación de lo simbólico, lo institucional y lo subjetivo en la construcción de lo femenino en contextos de violencia sistémica.

 

Bibliografía provisional

Han, K. (s.f.). La vegetariana. Random House.

Martínez, L. (2021). Carcoma. Amor de madre editoras.

Serrano Muñoz, J. (2022). La estructura del ensayo interpretativo [Video]. Universitat Oberta de Catalunya.

Puigdevall, M., & Doménech, O. (2022). Las citas y referencias bibliográficas en el trabajo académico (PID_00290193). Universitat Oberta de Catalunya.

Iribarren, T., Gatell Pérez, M., Serrano-Muñoz, J., & Clua i Fainé, M. (Eds.). (2023). Literatura y violencias machistas (Vol. 32). Biblioteca di Rassegna iberistica.

 

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La presencia del heteropatriarcado en el cuerpo El cuerpo como trinchera y como herramienta para imaginar y construir otras realidades Ensayo comparativo de Panza de Burro y Las Malas   Introducción En este ensayo se analizará la presencia del heteropatriarcado en el cuerpo, haciéndolo espacio de conflicto y a su vez, herramienta para imaginar y construir otras realidades, tema que atraviesa las novelas de Andrea Abreu, Panza de Burro, y de Camila Sosa, …
La presencia del heteropatriarcado en el cuerpo El cuerpo como trinchera y como herramienta para imaginar y construir otras…

La presencia del heteropatriarcado en el cuerpo

El cuerpo como trinchera y como herramienta para imaginar y construir otras realidades

Ensayo comparativo de Panza de Burro y Las Malas

 

  1. Introducción

En este ensayo se analizará la presencia del heteropatriarcado en el cuerpo, haciéndolo espacio de conflicto y a su vez, herramienta para imaginar y construir otras realidades, tema que atraviesa las novelas de Andrea Abreu, Panza de Burro, y de Camila Sosa, Las Malas. Identificar el tema en los textos, cómo aparece y determinan las obras; y relacionar las dos obras en el tema son los objetivos principales de este texto. La metodología que se llevará a cabo para alcanzarlos consistirá en la argumentación y ejemplificación del tema en cada una de las obras desde diferentes dimensiones, mediante pasajes concretos que den lugar a la interpretación simbólica. Finalmente, una conclusión recogerá las ideas principales.

En Panza de Burro y Las Malas el cuerpo ocupa un lugar central como espacio de conflicto, pero es también, una herramienta de escape y posibilidad. En ambas novelas se muestra cómo el heteropatriarcado regula y violenta los cuerpos que se salen del cánon, ya sea por identidad, sexualidad, clase o territorio. Sin embargo, este mismo cuerpo, calado por el ansía de rebeldía e imaginación, se transforma en medio que materializa otra forma de existir. 

El cuerpo no es solo lo que el poder intenta moldear, también es una vía llena de oportunidades y posibles vidas, formas de amor, belleza y libertad.

2. El cuerpo imaginado en Panza de Burro

En Panza de Burro el cuerpo de las niñas protagonistas es un terreno ambiguo que está en proceso y aunque, no del todo colonizado por el patriarcado, sus pensamientos ya están marcados por él. 

2.1. El cuerpo imaginado e idealizado para la mirada masculina

La narradora narra con cierta obsesión el cuerpo de Isora, su amiga, que parece tener un conocimiento precoz de la sexualidad, de cómo hablar, comportarse o vestirse para captar la atención masculina. La narradora observa, desea, envidia e idealiza el cuerpo de su amiga aún en desarrollo. El cuerpo de Isora se convierte en un espejo distorsionado: es una proyección de lo que la narradora cree que debería ser y lo que desea para ser validada. En el siguiente pasaje es notable la veneración que siente la protagonista por el cuerpo desarrollado y el conocimiento adelantado de Isora:

“Isora tenía las tetas redondas y se le reventaron como la tierra cuando escupe una flor que primero pequeña luego grande la tierra de su pecho seca luego estrías la teta no le cabía en la piel y lloraba isora tenía pelos en el pepe y a veces se los afeitaba todos hasta el güeco del culo y le picaba el culo isora tenía un pelo negro tieso tupido como el cespe de mentira de las casas rurales en el pepe del pelo de isora olía a molino de gofio a almendras tostadas a pan bizcochado.” (Abreu 2020, 75).

El heteropatriarcado está presente en la forma en que se habla sobre el cuerpo, en lo que se espera de él y su sexualización normalizada:

“Isora y yo todavía no llevábamos la parte de arriba del bañador, porque mi madre y Chela no nos dejaban. Además, Isora decía que las que se ponían parte de arriba eran unas putas y se iban a quedar embarazadas primero [… ]. Pero la verdad era que ninguna de las dos aguantaba las ganas de ponerse la parte de arriba de una vez y dejar de pasar vergüenza por tener los pezones hinchados.” (Abreu 2020, 51).

 A la vez, las protagonistas juegan y exploran disidiendo de la estructura patriarcal. El cuerpo de Isora es imaginado como un cuerpo deseable, libre, potente, convirtiéndose, en cierto modo, en promesa de lo que la narradora cree que debería llegar a ser. Sin embargo, esa proyección también produce angustia y una sensación de inadecuación con respecto a su propio cuerpo, que percibe como torpe, lento o incompleto frente al de su amiga. Existe una tensión que configura el cuerpo imaginado como fantasía, y a su vez, como forma de cierta alienación. 

2.2. El cuerpo imaginado y deseado

El deseo homosexual está presente, pero nunca que nombra. Es un deseo que se manifiesta entre líneas, con la obsesión con los olores, las pieles, las miradas y los gestos, la fijación por el cuerpo de la amiga: “[…] su palma de la mano y la piel de mi brazo juntas. Duró muy poco.” (Abreu 2020, 153). El cuerpo de Isora es deseado pero no puede ser dicho en su entorno, donde reina la cisheterosexualidad obligatoria y nunca se ha generado el espacio ni léxico ni simbólico para divergir, “ […] a pesar de que no éramos amigas de las que se daban abrazos ni besos” (Abreu 2020, 102), o: 

“[…] pero a mí en realidad lo niños me daban bastante asco, asco como me daba asco el pestazo del camión de la basura subiendo por la iglesia parriba cuando estábamos jugando, asco como me daban asco los gusanos blancos que le salían a los cubos de basura y a los culos de los perros, como me daba asco el aguachirre que botaban las bolsas de basura por la parte de abajo” (Abreu 2020, 125).

La narradora desea a Isora, y aunque no puede nombrarlo, usa su cuerpo para imaginar una vida distinta donde el amor entre mujeres no esté prohibido o silenciado.

El cuerpo imaginado también se vuelve un refugio: una manera de experimentar en el plano simbólico una relación afectivo-erótica que no se encuentra en el mundo real. La narradora quiere ser como Isora pero también quiere tenerla. Existe una fusión de identidad y deseo que revela la complejidad de los procesos de subjetivación en la infancia queer. El cuerpo propio es un proyecto: se imagina otro más deseable, más cercano a esa figura que simboliza todo lo que ella anhela. 

3.  El cuerpo como trinchera en Las Malas

En Las Malas, el cuerpo es un lugar de conciencia política. Las protagonistas, mujeres trans y travestis, han hecho de su cuerpo un campo de batalla contra el heteropatriarcado. Han aprendido a modificar, adornar, vestir, ofrecer y proteger su cuerpo. No encajan, viven en los márgenes. El cuerpo es una herramienta para imaginar otras vidas posibles pero, a la vez, su  reflejo en el espejo es crudo e innegable: “Cuando empecé a travestirme me daba vergüenza mi barba áspera, mi nariz torcida, mis dientes chuecos. Me daba vergüenza tener que hacerme tetas con las esquinas de un colchón.” (Sosa 2019, 13). Sin embargo, sin el cuerpo travesti, sin su transformación y afirmación, no hay existencia plena. 

3.1. El cuerpo de trinchera y resistencia

El heteropatriarcado ha estipulado que sus cuerpos no son válidos, son monstruosos. Camila, narradora y protagonista, nos muestra cómo su cuerpo es recibido como anormal, peligroso, indeseable y por ello, perseguido. No obstante, su discurso los retrata religiosos y místicos: “[…] la Tía Encarna amamantando con su pecho relleno de aceite de avión a un recién nacido.” (Sosa 2019, 26).

Las travestis de Las Malas convierten su corporalidad en un acto poético y político en la resistencia. Trabajan, aman, sobreviven con su cuerpo. Este aparece como una trinchera, es decir, un espacio de resistencia activa frente la violencia estructural del heteropatriarcado, la cisnormatividad, la pobreza y la exclusión social. Se convierte en un campo de batalla que, a pesar de la violencia institucional, familiar y social; responde, crea, transforma y sobrevive. Camila decide no ocultar su cuerpo y lo afirma, convirtiéndolo en herramienta de poder. El cuerpo es en sí identidad, deseo y disidencia. 

La infancia de “las malas” estuvo marcada por el deseo y la identidad divergente que es señalada para corregir o eliminar. Las protagonistas sueñan con su cuerpo e imaginan otra vida, otra forma de estar en el mundo: “La mujer hojea tristemente las revistas donde aparece la vida que nunca tendrá, los privilegios de los que nunca gozará, Y llora: […] porque es imposible esa realidad, no es lo que soñaba, no coincide con su fantasía” (Sosa 2019, 66).

 Lo que debería ser una vergüenza o amenaza, se vuelve una bandera. Las travestis de Las Malas viven de sus cuerpos, la mayoría de la prostitución, lo transforman con hormonas o cirugías caseras, maquillaje y ropa llamativa. Su expresión es peligrosa y a la vez necesaria, es la manera que poseen para ser visibles, de narrarse a sí mismas y no ser definidas por otros. 

El cuerpo es una trinchera porque es una posición activa desde la cual se resiste y se batalla.

3.2.El cuerpo de trinchera en comunidad

En la novela el cuerpo se reafirma en comunidad. Entre las compañeras el cuerpo no es un problema, sino una forma de conexión, solidaridad y ternura. En esta dimensión, el cuerpo travesti es político: en un mundo que individualiza y aísla, se construye una red de apoyo y colectividad. En esta comunidad destaca la figura de la Tía Encarna que representa la sabiduría ancestral travesti, donde el cuerpo no solo sufre o lucha, también sana, transforma y trasciende: “Las travestis lloraban mientras la curaban, por qué tanta maldad y salvajismo, por qué este mundo de mierda, por qué esta injusticia inmensa, por qué tantas miserias en nuestro camino” (Sosa 2019, 129).

El cuerpo en Las Malas se convierte en una forma de revancha poética, Camila no solo sobrevive, también triunfa.

4. Comparación de la perspectiva, tono y lenguaje del abordaje del tema 

4.1. La perspectiva de la identidad del propio cuerpo

El cuerpo es conocido y presentado desde etapas vitales diferentes: Panza de Burro, se sitúa en la infancia-adolescencia, durante el momento de autodescubrimiento, confusión, silencios y deseos sin nombre, no hay conciencia clara de las estructuras de opresión: “Juanito. ven con nosotras que vamos a hacer que el canal es una playa y que criticamos la  celulitis de las mujeres.” (Abreu 2020, 49). Mientras que Las Malas parte de la adultez, con una voz narrativa que ya ha atravesado y sobrevivido el dolor, que nombra con crudeza y lucidez las injusticias del sistema. De este modo, en Panza de Burro se construyen las opresiones desde la infancia, se naturalizan las normas de género y belleza y se empieza a intuir la diferencia sin poder nombrarla y tienen el deseo de emanciparse y tener el cuerpo que desean: “Isora siempre decía que íbamos a ser felices el día en el que nos dejaran afeitarse las piernas y estuviésemos muy flacas como Rosario y yo pensaba que era cierto y que el día que me quitasen el bigote iba a ser el más feliz de mi vida. (Abreu 2020, 67). Mientras que en Las Malas se muestran las consecuencias adultas de ese proceso: lo que significa crecer fuera de la norma, en un mundo que no tiene en cuenta las personas travestis, homosexuales, no binarios, o simplemente, diferente: “La lucha por la belleza nos había dejado a todas en los puros huesos, […] Cada día había que taparse la barba, sacarse los bigotes con cera, pasarse horas planchándose el pelo con la plancha de la ropa, caminar sobre esos zapatos imposibles” (Sosa 2019, 173).

El cuerpo recibe una violencia simbólica que en la primera es personificada a través de la Barbie, que refleja la belleza, el género binario y la heterosexualidad forzada: “Las barbies eran flacas, muy flacas, más flacas.” (Abreu 2020, 57). En cambio, en la segunda, la violencia sucede a través del desprecio social, médico e institucional hacia las identidades y los cuerpos disidentes: “No iba al doctor porque decía que los doctores siempre trataban mal a las travestis, las hacían sentir culpables de todos los males que las aquejaban.” (Sosa 2019, 84). 

El deseo de emancipación a través del cuerpo está presente en ambas obras. En Panza de Burro se expresa tímidamente en el deseo de afeitarse, ser flaca o ser como la amiga: “ […] en la zona del pepe y del culo y de los pelos de las piernas, que yo quería que mi madre me afeitase y no me afeitaba.” (Abreu 2020, 33). En Las Malas se manifiesta con la búsqueda de independencia, dignidad y rebeldía: “Entonces decidí no depender de nadie. Aprendí a coser. […] Esa fue mi primera independencia, mi primera rebelión. La siguiente fue conseguir un lugar donde cambiarme.” (Sosa 2019, 70). 

4.2. El tono y el lenguaje en el tratamiento del cuerpo

En Panza de Burro, como ya se ha comentado, la violencia es simbólica y doméstica, normalizada e internalizada a través de juguetes, roles de géneros o la familia. Por otro lado, en Las Malas, la violencia es explícita, física y sistemática, hay asesinatos, golpizas y el desamparo estatal: “Muchos golpes ha padecido La Tía Encarna, botines de policías y de clientes han jugado al fútbol con su cabeza y también con sus riñones. Los golpes en los riñones la hacen orinar sangre.” (Sosa 2019, 19). Por ello, el tono y el lenguaje tiene un tono introspectivo, sensorial y lírico, con una voz infantil cargada de metáforas y emociones confusas en la primera, mientras que la segunda habla de forma cruda, política y poética, con una voz fuerte, orgullosa y dolida, que denuncia y celebra al mismo tiempo: 

“Si alguien quisiera hacer una lectura de nuestra patria, de esta patria por la que hemos jurado morir en cada himno cantado en los patios de la escuela,[…] si alguien quisiera hacer un registro exacto de esta mierda, entonces debería ver el cuerpo de La Tía Encarna. Eso somos como país también, el daño sin tregua al cuerpo de las travestis. […] esa huella de odio.” (Sosa 2019, 28).

5. Conclusión

Para concluir este trabajo, se ha probado la presencia del heteropatriarcado en el cuerpo de las protagonistas de Panza de Burro y de Las Malas, exponiendo dos espectros del cuerpo: la trinchera que resiste y la herramienta para imaginar otras realidades.

Ambas novelas coinciden en situar el cuerpo como el lugar donde se inscriben las tensiones entre lo individual y lo colectivo, lo biológico y lo social, lo real y lo imaginado, de la voz de protagonistas de edades y contextos diferentes. 

En primer lugar, estas tensiones se reflejan en Panza de Burro a través de un proceso más íntimo, individual y confuso, propio de una edad donde aún no se sabe cómo nombrar lo que se siente, a diferencia de Las Malas, donde las protagonistas son plenamente conscientes de su disidencia, viviéndola en comunidad, y entienden que ellas son en sí un acto de rebeldía contra un mundo que ha querido borrarlas. 

En segundo lugar, ambas obras dejan entender que el cuerpo es un espacio activo, donde conviven estas tensiones, revelando las fracturas del mundo social y, a la vez, ofreciendo la posibilidad de imaginar otros modos de habitarlo. Las obras discursan que los cuerpos, – especialmente los feminizados, disidentes, pobres -, son castigados por no ajustarse a la norma, pero poseyendo un potencial transformador. 

Desde el juego o el trabajo sexual, la inocencia o la rabia, la ternura o el exceso, estos cuerpos son el foco de la manifestación de otras formas de existir, amar y resistir. Imaginan lo imposible, y en esa imaginación, abren una grieta en el sistema heteropatriarcal.

 

  1. Bibliografía

Primaria:

Abreu, Andrea (2020). Panza de Burro. Editorial Barret, 2024. 

Sosa, Camila (2019). Las Malas. Editores Tusquets: Barcelona, 2024.

Secundaria:

Artime, Carmela; Gatell, Montse; Iribarren, Teresa. «Violencia, corporalidad y simbolismo en la novela gráfica memorialista protagonizada por mujeres». Cuadernos del Centro de Estudios en Diseño y Comunicación. Cuaderno 123. pp. 55-72.

Isarch Borja, Antoni (2019).  Temas de la literatura contemporánea. UOC.

Isarch Borja, Antoni (2019).  Introducción a la literatura comparada. UOC.

Serrano Muñoz, Jordi. La estructura del ensayo interpretativo. [20 mins, en línea].

 

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El Ágora es un espacio de debate en el que estudiantes y docentes pueden ver, compartir y comentar los proyectos y las tareas de la asignatura.

Si solamente ves esta publicación, puede ser porque todavía no se ha hecho ninguna más, porque no has entrado con tu usuario de la UOC o porque no perteneces a esta aula. Si no eres miembro de la UOC y ves alguna publicación, es porque su autor o autora ha decidido hacerla pública.

¡Esperamos que esta Ágora sea un espacio de debate enriquecedor para todos y todas!

Debate0en ¡Bienvenidos y bienvenidas!

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